¿Dónde está mi libertad?


Posiblemente ha sido muy duro ver restringidas tus libertades que hasta el momento se te habían concedido. Y no solo tus libertades, sino también tus derechos fundamentales (trabajo, vivienda digna, alimentación, etc.).

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No te los han restringido por gusto, sino con la pretensión de intentar mantener lo más a salvo posible a toda población, tanto nacional como internacional.

A pesar de comprender esta cuestión, has podido sentir que no has sido dueño/a de tus propias elecciones, lo cual es verdad. Esto te ha podido llevar a un estado de frustración, que en muchas ocasiones ha sido difícil de gestionar por ti mismo/a o por tus seres queridos. Esto habrá generado mucha presión emocional con la que te has podido desbordar de muchas maneras.

Te has dado de cara con tu propia frustración. A veces la has podido transitar y otras veces no. En ocasiones has podido utilizar el “ser fuerte” para afrontar la frustración. En otras, frente a la frustración, has caído en el enfado, la rabia, la tristeza, la agresividad, la pasividad, etc.

La relación que tienes con la frustración no dista mucho de la que tienes con otras emociones. El cómo has sido educado/a, cuáles han sido tus experiencias personales, conjunto a tu personalidad y creencias, han fijado cómo manejas tus emociones.

Al igual que sucede con las emociones, la libertad es algo que se aprende a través de todas esas experiencias. A cómo entiendes tu libertad se une las condiciones en la que la has perdido, si sabes o no el tiempo de pérdida de la misma, etc. Todo esto influye en cómo vas a gestionar tu frustración respecto a la pérdida de tu libertad.

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Sobre la construcción de la idea sobre lo que es la libertad

Partimos de que realmente no se es libre. Desde el momento en que eres concebida/o, incluso antes, tus progenitores se hacen una idea de lo quieren que seas como hija/o. Esto hace que esté preconcebida tu capacidad de elección en ciertos aspectos de tu vida condicionada por las expectativas de tus padres.

En la base de la relación entre hijos/as y progenitores es donde se imponen unas normas de lo que se puede o no hacer. Se restringe la realización del deseo de cada una/o y de ser libres de qué hacer respecto al mismo.

A su vez, siempre se depende de un sistema, una familia, un colegio, un estado, un contexto socio-económico-cultural. Esto deja algunos márgenes de libertad de elección y de acción según las creencias y leyes del lugar, y en el tiempo en que vives. Por ello la libertad es limitada e ilusoria según esa construcción de la realidad en la que está inmersa tu vida.

El estado de confinamiento ha dejado patente esta realidad y te la ha puesto de frente. En esta ocasión ha sido el estado nacional e internacional el que ha tomado la decisión y ha ejercido el poder, que los ciudadanos le han otorgado, para restringir muchas de nuestras libertades individuales. Hay que tener siempre en cuenta, que en esta circunstancia concreta este poder ha sido utilizado como responsabilidad ante la preservación de la salud individual y colectiva de todas las personas.

A pesar de ser conscientes o no de todo esto, no son raros los casos en los cuales algunos/as ciudadanas/os no han seguido las normas impuestas o se han manifestado en contra de ciertas medidas de restricción de las libertades individuales.

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Lo que resuena en ti

A ti te ha podido traer recuerdos de lo que te pudo suceder en la infancia o en la adolescencia respecto a tus padres. Cómo eran estas dinámicas, cuántas veces te frustraron y limitaron. No te dejaron hacer aquello que deseabas o coger el timón de tu vida para hacer con ella lo que realmente querías.

Esto, que quizá no hayas resuelto, ha podido tener un gran impacto en cómo has vivido esta situación de restricción de libertad.

Te ha podido generar enfado, rabia, tristeza, y otras emociones encontradas. Estas han podido ser referidas hacia ti mismo/a o dirigidas hacia las personas con las que has convivido. También las has podido lanzar hacia los políticos o equipos de seguridad ciudadana y sanitaria que han impuesto y se han encargado de asegurarse de que la restricción de libertad sea cumplida por todos y todas.

En alguna ocasión incluso has podido lanzar toda esa frustración hacia miembros cercanos de la comunidad o has podido infringir las leyes y normas de seguridad.

Por otro lado, la no resolución de lo sucedido con los progenitores, quizá te ha implicado acatar las normas y leyes familiares, cívicas, laborales, estatales, entre otras, tomando una posición de acatamiento absoluto.

Puede que a lo largo de tu vida, y en la situación actual, hayas reprimido tus verdaderos deseos, en pos de diversas vertientes: el convencimiento de que esta restricción de la libertad ha sido necesaria para la salud de todos, que a la autoridad se le obedece para seguir recibiendo el aprecio y el amor de la misma, o por la necesidad de preservar tu imagen idealizada de “buena persona” para ti mismo/a y ante los demás.

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También esta frustración ha podido ser transformada en espacios o comportamientos perjudiciales para tí. Te pueden servir para liberar tus deseos reprimidos y poder soportar la restricción de otras libertades, pero a su vez perpetúan una situación de no afrontamiento de la problemática. Estas conductas han podido ser beber en exceso, fumar compulsivamente, no mantener una buena higiene, desregular el sueño, consumir drogas, etc.

A veces pueden darse conductas de rebeldía tóxicas, que te han podido poner en peligro a ti y a otras personas, como hacer quedadas sin distancia de seguridad, quedar para tener sexo con desconocidos, exponerte mucho en las redes sociales, etc.

Otras veces se perpetúa el esconder tu propio deseo, pretendiendo no dar una imagen de tí misma/o como alguien vergonzoso/a que no se puede mostrar tal y como es. De esta manera evitas ser rechazado/a por el otro del cual se depende emocionalmente o de cualquier otra forma.

Todas estas circunstancias han perjudicado gravemente a la libertad individual dándose una gran presión externa e interna, no encontrando la manera de guiarse por uno/a mismo/a y cumplir las propias libertades.

Las consecuencias emocionales y psicológicas de esto han podido derivar en trastornos de ansiedad, depresión, ideaciones e intentos suicidas, o en casos aún más graves, brotes psicóticos.

En resumen, puede que estés de acuerdo con las normas y la restricción de las libertades, ya que están instauradas en tu sistema de creencias. Puede que las sigas aunque no estés de acuerdo con ellas, que las cumplas para no ser castigada/o, o que lo hagas para sentir que perteneces a un otro, llámese grupo, pareja, familia.

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Todas estas posiciones surgen cuando no se tiene integrado el hecho de que existe un yo y un otro.

No se está aquí para cumplir con las expectativas del otro, ni el otro está aquí para cubrir las propias.

Que a pesar de que no cumplas con las expectativas externas, puedes tener una buena relación con los demás. El amor mutuo se da por el simple hecho de “ser” de cada uno/a, y no por lo que se hace. Es importante tener consciencia de ello y estar en paz con los límites interpersonales mediante los cuales te relacionas con el otro.

Si tienes resueltos estos aspectos y están integrados en tí y en tus relaciones personales, la restricción de libertad por una alerta sanitaria seguramente no la hayas vivido como un ataque personal y no te haya generado malestar emocional.

No debes olvidar, que si eres consciente de todo esto, puedes también ser consciente de que tienes libertades individuales. Cada persona intenta buscar ciertos entornos y espacios en los cuales poder encontrar esta libertad de elección y acción.

Lo particular de este momento ha sido que todos hemos perdido la libertad por igual. Esto ha podido hacer que la frase “mal de muchos consuelo de pocos” tome mayor significado. En cierta medida esto ha hecho que la falta de libertad haya podido ser menos dura.

Tampoco ha sido igual vivirlo en compañía que en soledad. Lo que depende de si estas compañías o soledades han sido elegidas o impuestas. Esto ha aliviado a algunos, pero para otros ha sido una situación muy complicada.

Puede que hayas estado completamente a gusto con la situación y con las personas con las que te ha tocado, o no, vivir esta experiencia. Pero esto da para otro capítulo sobre cómo el confinamiento ha tenido un impacto sobre lo que nos hemos dado cuenta referido a las relaciones con los seres queridos.

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La libertad, en cualquiera de sus formas, es una construcción social. Al igual que se construye, se deconstruye, o se reconstruye, según la necesidad de cada persona, de cada país, de cada cultura, de cada circunstancia, o del momento histórico.

Lo principal es ser consciente de tu historia, construcción de la personalidad, lugar y momento vital en el que te encuentras respecto a tu propia libertad y decidir qué hacer con ella. Si estás en armonía y en paz con ello, es bueno reconocértelo como un hito alcanzado y deseado por muchos/as.

Si estás en conflicto con ella, puedes decidir no hacer nada y seguir con la misma dinámica, que tendrá su significado, o bien deconstruir o reconstruir según lo que realmente desees para tu propia libertad.

Algunos de los temas para reflexionar sobre tu libertad son:

  • La propia capacidad de elección. Buscar el equilibrio entre mi libertad y vivir en sociedad es la base de la dicotomía entre el deseo y el deber. Toma consciencia de qué “deber” estás dispuesto a asumir para poder satisfacer tu deseo.
  • Una sociedad frustrada. Estás acostumbrado/a a escuchar que hay que aprender a frustrarse y lo tomas como algo normalizado. Y puede ser cierto que en ocasiones haya que esperar, posponer, o incluso que algunos sueños nunca se cumplan. Pero también puede ser que te lo estés tomando al pie de la letra y no tengas que frustrarte tanto como crees. Hacer realidad lo que quieres, lo que deseas, es lo que te mantiene activo/a para seguir tu vida con libertad. Por ello tienes que darte algunos “premios”, cosas que consigas y no se frustren para poder seguir teniendo algo en lo que soñar que te mantenga vivo/a.
  • Tus expectativas, mis expectativas. Aquí cada cual “tire la primera piedra”, haciendo referencia al famoso pecado de María Magdalena. Todos tenemos expectativas, algunas hacia el otro, otras hacia nosotros mismos, algunas expuestas y otras calladas y frustradas. Las expectativas dan sentido a ciertas áreas de tu vida, pero también restan libertades. Conocer cuáles son las expectativas de los demás puestas sobre ti, qué expectativas tienes tú sobre el otro y sobre tí mismo/a, va hacer que a parte de darte cuenta, puedas decidir si seguir guiando tu vida a través de ellas. Muchas de estas expectativas se han convertido en creencias que tienes sobre quién eres, qué deseas, cómo te comportas, cómo debes sentir, cómo tienen que ser tus relaciones, y cómo funciona el mundo en general. Saber que estas creencias son expectativas, y que las expectativas son construidas, te puede ayudar a tomar las riendas y decidir con cuáles de esas expectativas te quedas, y cuáles desechas. Todo depende de ti.
  • Para tener libertad hay que resolver tus conflictos con los demás. Los asuntos pendientes te mantienen anclado/a en el pasado, y aquello que ancla quita libertad. La situación que has vivido te ha dado la oportunidad, en ocasiones dolorosa, de que estos asuntos pendientes salgan a la luz. Algunos de ellos los habrás podido resolver y otros aún no. Ahora, siendo consciente de ello puedes decidir soltar y cómo hacerlo.
  • Se puede ser libre y, a su vez, amado/a por el otro. Se puede amar al otro en su total libertad. Todas las personas necesitan pertenecer a algo, pero puede ser difícil asumir el coste de esta pertenencia, que puede ser la pérdida de libertad. Toda pertenencia requiere una elección, y si se elige algo se desecha otra opción. Esto es lo que podemos llamar el precio a pagar. Por ello tienes que saber, y ser consciente, que siempre habrá algo de tu libertad que tendrás que poner en juego, y tendrás que elegir cual. Así, podrás pertenecer, amar y ser amado/a, siendo cada uno/a libre.
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Preguntas para la reflexión:

  • ¿Cómo gestiono mi frustración?
  • ¿Estoy libre de expectativas externas e internas?
  • ¿Qué vías tomo para cumplir mis deseos?
  • ¿Cómo limito mis deseos,mis libertades, para recibir el amor del otro?
  • ¿Qué espacios públicos y privados me doy para expresar y dejar fluir mi libertad?

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